martes, 25 de enero de 2011

SUEÑO


Soñé que era poeta.
Quise escribir un poema pero me faltaron palabras. Entonces salí a buscarlas.
Anduve largos caminos sin poder hallarlas.
Encontré un laberinto y me dije: “¡Aquí tienen que estar!”.
Entré.
Pasillos angostos, húmedos, algunos espejos, apenas iluminados por antorchas.
No sé cuánto tiempo anduve allí adentro.
Al final de un extenso túnel llegué a una enorme sala. Allí estaban, como esperándome. Eran muchas, muchísimas.
- ¿Sobre qué vas a escribir? - Me preguntó una de ellas.
- Aún no lo sé - Respondí.
Se abalanzaron sobre mí. Me aturdieron. Desorden total.
¡Escribí sobre el amor! No, mejor sobre la guerra. Callate que lo vas a confundir, mejor que hable del hombre. ¡No, de la mujer! ¿Y si escribe algo de la envidia? Qué envidia, para eso que hable sobre la mentira. ¡La avaricia! ¡la avaricia! No, ¡la injusticia! Los celos es un buen tema. ¿Y el egoísmo? Sería bueno que diga algo sobre la pobreza. Miseria… eso, ¡miseria! No ¡la indiferencia! La esclavitud, estaría bárbaro. ¡La muerte! Che… ¡qué pesimista! En todo caso que hable de la vida.
“¡Basta! ¡Déjenme en paz!”. Grité.
Una de ellas me tomó de un brazo y me sacó de ese tumulto.
- No les hagas caso - Me dijo, sonriendo - Escribí sobre lo que vos quieras.
- ¿Sobre lo que yo quiera? - Pregunté desorientado.
- Sí, sobre lo que vos quieras - Insistió.
- ¿Cómo te llamás?
- Libertad… me llamo Libertad.


Roberto O. Munyau
HECHO EL DEPÓSITO QUE INDICA LA LEY 11.723

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