Me levanto como de costumbre, a las siete. Entro al baƱo, el espejo me devuelve una imagen casi irreal, me desconozco.
El agua caliente de la ducha me relaja.
Cepillo mis dientes, sonrĆo, paso mi mano izquierda por la cara, me afeito y vuelvo a mirarme; Ā”este sĆ soy yo⦠limpio, afeitado, sonriente!
Me visto.
Desayuno.
Intento poner el auto en marcha⦠”no arranca!
No importa, voy caminando.
Llego a mi trabajo, todos me saludan y sonrĆen, incluido mi jefe, con quien mantengo una excelente relación (no es para menos, en veintisiete aƱos faltĆ© un solo dĆa, cuando murió mi padre). Soy el que mĆ”s trabaja y el que mĆ”s responsabilidades asume, pese a que nunca lo han valorado.
Mi escritorio sobresale del resto, estĆ” colmado de papeles y carpetas. Al finalizar el dĆa estarĆ” vacĆo, aunque para lograrlo deba trabajar dos o tres horas mĆ”s, que jamĆ”s cobraré⦠pero sĆ© que algĆŗn dĆa me lo reconocerĆ”n Ā”estoy seguro!
Quedé solo en la oficina, son las nueve de la noche⦠”Que tarde se hizo! Y eso que no paré ni siquiera para almorzar.
Voy al primer piso, al despacho de don Florencio, el dueƱo de la empresa. AllĆ encuentro un mensaje. Ā”Cómo me aprecia don Florencio!... siempre se acuerda de mĆ.
Ernesto: las cosas que tenga para firmar dĆ©jelas en la secretarĆa, me ausentarĆ© tres dĆas, pues tengo un torneo de golf.
Cumplo con lo indicado en el memo.
Me acerco al perchero, me pongo el chaleco gris, el saco gris, acomodo la corbata gris, peino mi cabello gris, salgo a la calle gris⦠camino por la ciudad gris.
āEn fin⦠”maƱana serĆ” otro dĆa!ā
Roberto O. Munyau
HECHO EL DEPĆSITO QUE INDICA LA LEY 11.723
No hay comentarios:
Publicar un comentario