-Apresamos un desertor, mi Sargento- Dijo el cabo, irrumpiendo sorpresivamente en el rancho que oficiaba de despacho.
-¿Quién es?
-El Soldado Saldivar… su hijo- Respondió en voz baja, mirando el suelo.
Alzando su cabeza, dejó caer la pluma sobre el libro de novedades. La silueta del soldado se le hacía cada vez más borrosa.
Restregó sus ojos con la manga de la chaqueta, incrustándolos en los del desertor.
-¿Qué hacemos, mi Sargento?- Interrumpió el cabo.
-¡Fusílenlo!
Roberto O. Munyau
HECHO EL DEPÓSITO QUE INDICA LA LEY 11.723
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