viernes, 12 de noviembre de 2010

BIFE DE CHORIZO







- ¡Tomasito!

- Tomasito.
- ¡Cacho!... ¡Hermano! ¡Tanto tiempo! ¿Qué Hacés acá?
- Recién llego de Canadá. ¿Y vos?
- Che, pero qué casualidad, yo vengo de España. ¡Tantos años sin vernos y encontrarnos justo acá!... ¿Venís de paseo?
- No, vengo definitivamente. ¿Y vos?
- Yo también.
- Bueno, Tomasito, ahí se acercan mis viejos, llamame por teléfono y combinamos para ir a comer unos bifes de chorizo ¿Sí?
- OK, te llamo.

Hacía más de cinco años que Cacho se había ido de Argentina, huyendo de una de las crisis más profundas que había sufrido el país, allá por el 2001. Pensó que en Canadá las cosas iban a ser distintas.
Tomasito, en la misma época, emigró a España.

Cuatro días después del encuentro casual en el aeropuerto, se citaron para almorzar en una parrilla cerca del centro.
El aroma de las carnes y las achuras, inundaba el local.
- ¿Qué pedimos? - Preguntó Cacho.
- ¡Bife de chorizo!... Por supuesto. ¡Mm…sentí el olorcito! No sé en Canadá, pero en España carne como la nuestra no la encontrás ni mamado.
- No, allá tampoco.
- Che, Cacho ¿qué trajiste que estabas con tanto equipaje el otro día?
- Traje un televisor de treinta y tres pulgadas con pantalla de plasma, una computadora de puta madre y algunos electrodomésticos para la vieja. ¿Viste?
- ¿Y con la aduana no tuviste quilombo?
- No… ¿qué quilombo? Le tiré unos mangos al chabón y pasé todo.
- Mirá vos… ¡Yo como un boludo no traje nada!
- Che, Tomasito, ¿qué pasó con el tema de los bomberos voluntarios, cuando te rajaste a España?
- Y… mirá, ¿te acordás que yo era el presidente de la cooperadora?
- Sí.
- Bueno, estaba organizando una rifa y me apareció un chabón planteándome un negocio que… bueno, vos sabés bien cómo son estas cosas. La cuestión es que un ortiva que laburaba en la administración se avivó y batió la cana. Por eso me tuve que rajar, si no se armaba el gran quilombo. Ahora volví por la vieja… no anda muy bien, ¿viste?
- ¿Y quedaste despegado?
- No del todo, pero hay un boga que está llevando la cosa bastante bien. ¿Viste?... ¿y vos? ¿Qué pasó con el revoleo de la inmobiliaria?
- Primero te cuento por qué volví. Mejor dicho por qué me volvieron.
- ¡Contá, contá!
- Vos viste que en Canadá hace un frío de cagarse. Allá, el gas domiciliario funciona con un fichero. Las fichas tienen una cara plana y la otra con una ranura, como las que se usan en el pool o en los teléfonos públicos. ¿Viste?
- Sí.
- Bueno, me hice un molde con masilla, lo llenaba con agua, lo ponía en el freezer y me hacía la ficha de hielo. Echaba seis o siete de las buenas, para despistar ¿no?... y el resto todas truchas  Cuando los chabones venían a retirarlas, el fichero estaba casi vacío. Después de un tiempo, me hicieron un control en la cañería exterior y se avivaron. Un día me vino a ver uno de los capos de la compañía, proponiéndome que si le decía cómo era la trampa, la empresa me daba la provisión de gas… ¡gratis por un año! Era una forma de blanquear ¿Viste? Y yo, como un boludo, agarré viaje.
-  ¡No me digas que te cagaron, los hijos de puta!
- No, al contrario, cumplieron, me dieron el gas ¡gratis durante doce meses!, pero después me denunciaron en migraciones y me deportaron.
- ¡Qué turros!... Che. ¿Y con la inmobiliaria qué pasó?
- Mirá, yo con la inmobiliaria me las rebuscaba más o menos, hasta que un día apareció un candidato,  dueño de una manzana baldía, que valía un fangote. Estaba apurado para vender y se la ofrecí a unos muchachos conocidos que manejaban un sindicato. Querían construir departamentos para los afiliados.
- ¿Y?
- Busqué un testaferro, hicimos el boleto en comisión, luego lo transferimos al gremio con un sobreprecio de la gran puta y fuimos ana y ana. ¡Vos sabés que con esa guita cambiaba el auto, compraba un departamento y me hacía un viaje a Europa!
- ¿Y qué pasó?
- Qué va a pasar, vino el corralito, después el corralón y se fue todo al carajo.
- Che… ¡pero qué país de mierda tenemos! ¡¿Eh?!

Roberto O. Munyau
HECHO EL DEPÓSITO QUE INDICA LA LEY 11.723

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