-Prometeme que nunca te vas a morir.
No respondió. Sólo giró su cabeza para observar el rostro de la niña invadido de inocencia.
Entrelazaron sus manos.
-Abuelo… ¿fuiste feliz?
La miró profundamente y sonrió por última vez.
Roberto O. Munyau
HECHO EL DEPÓSITO QUE INDICA LA LEY 11.723
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