sábado, 1 de octubre de 2011

A VOS TE DIGO…





Te veo, escucho, saboreo, huelo y siento.
Quiero hablarte, aunque no me escuches. Lo hago ahora, desde mi insignificancia, con cierta urgencia, porque transito el camino de mi futuro, más corto que el de mi pasado. Deseo decirte algunas cosas, porque activás todos mis sentidos y contradictorios sentimientos.
Te amo.
Porque sin vos no habría vida. Porque me mostrás todos tus colores y también el horizonte en los días diáfanos, haciéndome imaginar qué hay del otro lado. Porque cuando no te veo, te imagino. Porque tu ruido, cuando estás calmo, me suena a música. Porque tenés ese inconfundible sabor salobre que te hace único. Porque tu olor me recuerda que estás cercano. Porque cuando camino descalzo por tu orilla te siento tibio, aunque estés frío. Porque gozo tu humedad, con el viento del este. Porque en las noches de luna llena me regalás su reflejo. Porque nos das alimento. Porque sos testigo de todos mis desvelos y también de mis amores. Porque ante tu presencia, me es fácil decirle a una bella mujer, “te amo”.
Te respeto.
Porque sos auténtico.
Te temo.
Porque siento terror cuando estás embravecido.
Te odio.
Porque siendo fuente de vida… ¡también lo sos de muerte!



Roberto O. Munyau

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