domingo, 2 de octubre de 2011

CHICHE




- ¡Chiche! ¡Chiche!  Te llama don Chacho. - Gritó Chicha.
- Ya voy, les estoy dando afrecho a los chanchos. - Respondió Chiche.
- ¿Y te pusiste el chaleco nuevo para andar entre los chanchos? ¿Por qué no agarraste la chaqueta que está al lado de la chimenea?
- Porque me vestí para salir, pero se largó un chaparrón y me dio chucho. Entonces me dije: Antes que don Chacho me llame, voy al chiquero y les doy afrecho a los chanchos.
Chiche era un chico muy dicharachero que había nacido en Chechenia y estaba de novio con Chicha, hija de doña Chacha y de don Chicho Amuchástegui. Se había conchabado como chanchero en el criadero de chanchos de los Amuchástegui y era la mano derecha de don Chacho, encargado de la chanchería. Era hincha de Chicholina, sin embargo, de tanto chichonear con Chicha y gracias a que Chechu, amiga de Chicha, le hizo gancho terminó chuceado por el flechazo de cupido. Vivía en una choza custodiada por un pichicho salchicha, ubicada a la derecha del rancho de los Amuchástegui, en cuya fachada, había un letrero hecho con arpillera prendida con tachuelas al borde del techo que decía: “Chacinados Amuchástegui”.
De muy chico tocaba el charango, que guardaba celosamente en un cajón. A pesar de que no era el instrumento ideal, siempre le dedicaba a Chicha alguna chamarrita. Así conquistó su amor.
Las chusmas de las chacras vecinas,  no se podían explicar cómo Chicha se había enamorado de este checheno de mechas tan duras, que no las podía chalanear y para charlar era bastante cocoliche.
Don Chacho estaba chocho con Chiche.
- Para qué me llama don chacho. - Preguntó Chiche.
- Para que vengas a comer. - Respondió don Chacho.
- Y… ¿qué ha hecho de comer, don Chacho?
- Chuletas con chimichurri, chinchulines, chorizos y ensalada de lechuga, chauchas, radicheta, achicoria y remolacha… y chicha para chupar.
- ¿Y de postre don Chacho?
- ¡Ah... Chiche! ¡chirimoya con dulce de leche Chimbote!

Roberto O. Munyau

No hay comentarios:

Publicar un comentario