domingo, 2 de octubre de 2011

SELENE

            Me preguntaron por qué te amo.
Tal vez porque te siento mi cómplice, aunque permanezcas callada.
Porque eres la dueña de mis más íntimos secretos… y también de mis soledades.
Porque con tu tenue luz, iluminas mis noches más oscuras.
Porque te cuento mis alegrías.
Porque mirándote, mis pérdidas se hacen menos dolorosas.
Porque me regalas el más bello paisaje cuando te reflejas en la superficie del mar.
Porque ante tu presencia se me hace más fácil decirle a una bella mujer: “te amo”.
Porque con tu leve luz contagias de belleza todo lo que iluminas.
Porque me acompañas en mis largas caminatas nocturnas.
Porque estuviste presente en muchas noches de guitarreada y vino.
Porque eres fuente de inspiración para los poetas.
Porque te he mirado desde la playa, los cerros, los lagos, la llanura, la ciudad, los bosques y siempre estás allí… infinitamente bella.
Porque los griegos te hicieron diosa.
Y también los romanos.
Porque no me aflige que tengas otros amantes.
Porque eres de ellos… ¡y mía!

Roberto O. Munyau



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