domingo, 2 de octubre de 2011

APASIONADO




Acabo de salir de la oficina.
Tomo el colectivo, por suerte está casi vacío, apoyo mi cabeza contra la ventanilla y trato de dormir… pero no puedo.
Viajaré más de una hora para llegar a casa y encontrarme con ella.
Mi mente se nubla, y como siempre, comienzo a imaginar mi encuentro con la secreta dueña de mis sentidos.
No hablaremos… ni siquiera un “buenas noches mi amor”, la pasión nos devorará y nos amaremos en silencio.
Cierro los ojos y me imagino la suavidad, la tersura, las formas voluptuosas de su cuerpo, nuestra entrega total a este juego amoroso, que por cotidiano ya se ha hecho una costumbre.
El “tilín tilín” de los caireles de la araña del comedor, mecidos por el suave viento del ventilador, hará aún más ardiente nuestro encuentro.
El brillo de mis ojos delatará las intenciones de acariciarla y besarla apasionadamente.
El “crac, crac” del elástico de la cama, acompañará acompasadamente nuestro movimiento pleno de erotismo enloquecedor, hasta llegar al clímax.
Cuando se apague el fuego del deseo entraré en un estado de languidez, placidez, serenidad y calma que nunca experimenté antes de que fuera mía.
En unos instantes más la tendré entre mis brazos… y todo esto dejará de ser un sueño.

El barquinazo me sobresalta.
Vuelvo a la realidad.
¡Uy… no! ¡No puede ser!¡Me olvidé de comprar el parche! ¡A esta hora están todas las bicicleterías cerradas! ¡Esto me pasa por miserable!... ¡Si hubiera comprado la de siliconas no habría pasado ésto!

Roberto O. Munyau

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