domingo, 27 de marzo de 2011

EL 71


-Setenta y uno- Dijo a viva voz el empleado de la obra social para jubilados.
Nada.
-¡Setenta y uno!- Repetía gritando.
Nada.
-¡Setenta y uno!- Insistió, esta vez casi con desesperación.
-¡Lo tengo yo!- Era la voz apagada de uno de los ancianos, emergiendo de la muchedumbre que esperaba ser atendida.

Unos minutos más tarde, se lo veía salir al octogenario con el rostro rebosante de felicidad.
Claro, acababa de terminar el trámite para que le entregaran el audífono.

Roberto O. Munyau

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