viernes, 25 de febrero de 2011

DESPEDIDA

-Si me estás escuchando, dame una señal, un gesto…, algo- Le dijo a su amada, mientras le tomaba la mano, sentado al lado de la cama donde yacía.
Nada, ni el más leve movimiento, sólo su agitada  respiración indicaba que aún estaba con vida.
-Te amo, siempre te amé- Continuó, hablándole al oído, como esperando una respuesta.
-Quiero decirte tantas cosas… Los mejores momentos los viví teniéndote a mi lado… me diste dos hijos maravillosos… ¿te acordás cuando me decías que me pasaba la vida haciendo proyectos sin concretar ninguno? Es cierto; pero en todos ellos estuviste incluida; los racionales, los no tanto y también los más locos… en muchas de nuestras discusiones ¡y vaya si las habremos tenido! he realizado grandes esfuerzos para herirte con la indiferencia, pero nunca lo logré; tal vez porque para conseguirlo debía ignorarte, y eso me era imposible… qué dolor inmenso, cuando todo indicaba que la enfermedad te arrancaba de mi lado. Pero qué alegría, cuando tus ganas de vivir vencieron y te quedaste… qué hermosa ironía cuando,  llegando al atardecer de nuestras vidas, salió un sol, nuestra nieta. Quiero imaginarme la vida sin vos, pero no puedo… me duele el alma.
En ese momento entró a la habitación su hijo mayor.
-Andá a descansar pá, yo me quedo con ella- Dijo, inclinándose para besar la frente de la enferma.

Cuando llegó a su casa, se recostó e intentó dormir, pero su mente seguía pensando en todo lo que aún no le había dicho.

         Una hora más tarde el timbre del teléfono lo sobresaltó -¡Pá, má se nos fue!  
Eran las cuatro de la tarde, de un día de octubre… y llovía.

Roberto O. Munyau
HECHO EL DEPÓSITO QUE INDICA LA LEY 11.723

VOS Y YO


Otoño.
Atardecer.
Lluvia.
Cuarto.
Vidrios empañados.
                                               Penumbra.
                                              Silencio.
                                              Vos… y yo.




Roberto O. Munyau